POEMAS


  • 20 Poemas de amorRecitado por su autor
  • Cien Sonetos de amor
  • Amo, Valparaíso, cuanto encierras...
  • Amor
  • Amor América
  • Ángela adónica
  • Apogeo del apio
  • Aquí viene Nazim Hikmet
  • Araucanía, rosa mojada, diviso...
  • Araucaria
  • Arena americana, solemne...
  • Arte magnética
  • Arte poética
  • Barcarola
  • Barrio sin luzRecitado por su autor
  • Bella
  • Bernardo O'Higgins Riquelme (1810)
  • Bodas
  • Caballero solo
  • Caballo de los sueños
  • Cabeza a pájaros
  • Canto a las madres de los milicianos muertos
  • Celebración
  • Colección nocturna
  • Cómo nacen las banderas
  • Con Quevedo, en primavera
  • Cuándo de Chile
  • De endurecer la tierra...
  • Débil del alba
  • Déjame sueltas las manos...
  • Descubridores de Chile
  • Desespediente
  • Disposiciones
  • Diurno doliente
  • Dónde estará la Guillermina?
  • Educación del cacique
  • El abandonado
  • El barco
  • El monte y el río
  • El pájaro yo
  • El pastor perdido
  • El poeta se despide de los pájaros
  • El río
  • El sobreviviente saluda a los pájaros
  • El sol
  • El sur del océano
  • El tigre
  • El viento en la isla
  • El vuelo
  • En ti la tierra
  • Enfermedades en mi casa
  • Entierro en el Este
  • Entrada a la madera
  • Envío (1949)
  • Epitalamio
  • Esclava mía...
  • Esta campana rota...
  • Están aquí
  • Estatuto del vino
  • Explico algunas cosasRecitado por su autor
  • Fábula de la sirena y los borrachos
  • Farewell
  • Feliz año para mi patria en tinieblas
  • Final
  • Galope muerto
  • Guayaquil (1822)
  • Hago girar mis brazos...
  • Himno y regreso (1939)
  • Homenaje a Balboa
  • Hoy, que es el cumpleaños de mi hermana
  • Jardín de invierno
  • José Miguel Carrera (1810)
  • Josie Bliss
  • Juntos nosotros
  • La ahogada del cielo
  • La calle destruida
  • La carta en el camino
  • La casa de las odas
  • La gran alegría
  • La línea colorada
  • La lluvia (Rapa Nui)
  • Madrid (1936)
  • Madrid (1937)
  • Maestranzas de nocheRecitado por su autor
  • Mariposa de otoño
  • Material nupcial
  • Maternidad
  • Melancolía en las familias
  • México (1940)
  • Mi muchacha salvaje
  • Migración
  • Molusca gongorina
  • Monzón de mayo
  • Muchos somos
  • Naciendo en los bosques
  • No hay olvido (Sonata)
  • No hay pura luz
  • No me pregunten
  • No tan alto
  • Oda a Federico García Lorca
  • Oda a la abeja
  • Oda a la alegría
  • Oda a la araucaria araucana
  • Oda a la cebolla
  • Oda a la crítica
  • Oda a la cuchara
  • Oda a la edad
  • Oda a la envidia
  • Oda a la manzanaRecitado por su autor
  • Oda a la pereza
  • Oda a la poesíaRecitado por su autor
  • Oda a la tristeza
  • Oda a la vida
  • Oda a las cosas
  • Oda a los calcetines
  • Oda a los poetas popularesRecitado por su autor
  • Oda a los trenes del sur


  • Canto General

    Esta característica continuará en los primeros poemas del volumen titulado Tercera Residencia. Pero en los poemas "Las furias y las penas", "Reunión bajo las nuevas banderas", en España en el corazón y en los poemas alusivos a la Guerra Mundial incluidos en Tercera Residencia, Neruda encuentra la materia para su canto épico: a partir de este momento, el poeta será el cantor del movimiento comunista. Sus cantos tendrán la grandeza de la lucha, del fuego y del fervor incondicional. Esta poesía comprometida fluye directa, sin las vacilaciones de Residencia en la Tierra, llena de exclamaciones y de imágenes deslumbrantes. El universo de Pablo Neruda tiene ya un sentido, su poesía propone un ideal.
    Pero donde Pablo Neruda llega a la total posesión del objetivo bajo la forma de un ideal es en el extenso poema Canto General, terminado de escribir en 1949. El poema se divide en quince partes. En la primera, "La lámpara en la tierra", canta el nacimiento de la vegetación en las tierras americanos: el jacarandá, la araucaria, los alerces, el ceibo, el tabaco ("El tabaco silvestre alzaba / su rosal de aire imaginario"), el maíz ("Como una lanza terminada en fuego, / apareció el maíz"); la aparición de las bestias, de los pájaros; la formación de los ríos ("Amada de los ríos, combatida / por agua azul y gotas transparentes, / eras tatuada por los ríos"), de los minerales y de los hombres.
    Esta primera parte es el canto de la formación de América, y tiene toda la grandeza que merece el tema. El tono épico aparece constantemente transitado por formas de un exquisito lirismo. Toma semejante desarrollo la segunda parte, "Alturas de Macchu Picchu", exaltación de la naturaleza ya formada, pero todavía virgen, de la América amada por el poeta: "más abajo, en el oro de la geología, / como una espada envuelta en meteoros, / hundí la mano turbulenta y dulce / en lo más genital de lo terrestre". Estas alturas son símbolo de la pureza perdida, son lo más representativo del continente: "Puse la frente entre las olas profundas, / descendí como gota entre la paz sulfúrica, / y, como un ciego, regresé al jazmín / de la gastada primavera humana". El tema de la América virginal e intacta se repetirá en Odas elementales.
    La tercera parte lleva por título "Los Conquistadores": esta América pura e intacta es destruida por los conquistadores. El poeta los acusa duramente y los insulta: a Cortés, a Alvarado, a Ximénez de Quesada o a Valdivia, porque a su parecer sumergieron las tierras americanas en una profunda agonía. Viene a continuación la exaltación de "Los libertadores", título de la cuarta parte. Neruda pondera la acción de los primeros indígenas (Cuauthémoc, Caupolicán, Lautaro), de los insurrectos del siglo XIX (O'Higgins, San Martín, Sucre, Martí) y de los líderes del Partido Comunista. "La arena traicionada", quinta parte, es un alegato contra todos los que, a juicio del poeta, han intentado corromper América: dictadores, poetas, literatos, diplomáticos, exploradores o compañías anónimas. La sexta, titulada "América, no invoco tu nombre en vano" desarrolla temas parecidos al canto anterior.
    "Canto general de Chile" es el título de la séptima parte y constituye una evocación de la patria, de los amigos y de las luchas, mientras que la octava, "La Tierra se llama Juan", contiene piezas dedicadas a los revolucionarios, que el poeta, en el poema final, simboliza en Juan, el trabajador anónimo. En la novena, "Que despierte el leñador", Neruda se pronuncia contra los dictadores y la influencia tutelar americana. La décima, "El fugitivo", se ocupa el destierro y de la peregrinación del poeta. "Las flores de Punitaqui", undécima parte, trata problemas enfocados desde el punto de vista social; la duodécima, "Los ríos del canto", contiene cartas y conmemoraciones, y la decimotercera, "Coral de Año Nuevo para la patria en tinieblas", es a la vez recuento de luchas e invitación al combate.
    En la parte decimocuarta, "El gran océano", el poeta retoma el canto a América, a su grandeza, a su vegetación y geografía, y en el decimoquinto,"Yo soy", da fe de sí mismo y de sus actividades. Cierran este canto y el libro unos testamentos ("Dejo a los sindicatos / del cobre, del carbón y del salitre / mi casa junto al mar de Isla Negra"), unas disposiciones ("Compañeros, enterradme en Isla Negra, / frente al mar que conozco"), y un "explicit" donde declara la causa del canto y la fecha en que fue terminado.
    Última etapa
    Canto general es un libro complejo, con toda la grandeza que tiene la poesía de Neruda, pero a la vez con todo el lastre que lleva siempre la poesía comprometida. A partir del Canto la obra de Neruda parece emprender un nuevo rumbo. Desde Todo el amor (1953), poema puramente amoroso, pasando por Las uvas y el viento(1954), que levantó polémicas (lo escribió en Capri y canta "la libertad del viento, la paz entre las uvas", con absoluta sencillez y sin olvidarse de sus ardientes alusiones políticas), parecía en busca de un nuevo tono que se afirmó en las Odas elementales(1954) y en Nuevas odas elementales (1955), obras que inician una especie de tercera época en la poesía nerudiana, En un lenguaje perfectamente accesible, Neruda se convierte en un poeta sencillo y afable que celebra los seres humildes y los objetos cotidianos. Como indican sus títulos, el autor canta las cosas simples y elementales: la alcachofa, el cobre, la cebolla, el caldillo de congrio, el hilo, la madera, la pobreza, el tomate, el traje, el aceite, los calcetines, el jabón, la lagartija, la papa.
    Parece como si las cosas desvencijadas, polvorientas, en estado de desintegración, que aparecían en Residencia en la Tierra, cobraran de pronto su plena personalidad, afirmaran su ser, su necesidad de existir. Neruda llega en estas Odas a la total conquista de lo objetivo. El poeta las canta en función de la necesidad que tiene el hombre de ellas y, por tanto, estas Odas son auténtica poesía social. Les queda todavía algo del aire marcial del poeta de Tercera residencia y de Canto general. Y junto a los temas enunciados encontramos desarrollados otros que parecían insospechables: el aire, el amor, la flor, la claridad, el día feliz, la alegría, la esperanza, el otoño, la poesía, la sencillez, la tranquilidad, el verano, la vida, las estrellas, la luna.
    Una de las odas que mejor explican esta transformación del poeta es la titulada "Oda a la alegría": "Te desdeñé, alegría. / Fui mal aconsejado. / La luna / me llevó por sus caminos. / Los antiguos poetas / me prestaron anteojos / y junto a cada cosa / un nimbo oscuro / puse / ... equivoqué mis pasos / y hoy te llamo, alegría. / ... ¡Contigo por el mundo! / ¡Con mi canto! / ... No se sorprenda nadie porque quiero / entregar a los hombres / los dones de la tierra / porque aprendí luchando / que es mi deber terrestre / propagar la alegría. / Y cumplo mi destino con mi canto". Algunas de estas odas son puros juegos, otras son exaltaciones de la naturaleza americana (especialmente las dedicadas a los pájaros).
    Neruda empieza narrando un hecho minúsculo para ascender, a través de una expresión sencilla y de un metro corto, a deslumbrantes comparaciones; así en "Oda al libro" (II): "Libro / hermoso, / libro / mínimo bosque, / hoja / tras hoja, / huele / tu papel / a elemento, / eres / matutino y nocturno, / cereal, / oceánico...". Algunas de estas odas están dedicadas a poetas: a César Vallejo, a Jorge Manrique, a Rimbaud y a Walt Whitman. He aquí cómo interpreta a Jorge Manrique: "Adelante, le dije, / y entró el buen caballero / de la muerte. / Era de plata verde / su armadura / y sus ojos / eran / como el agua marina. / Sus manos y su rostro / eran de trigo. / ... tus estrofas. / De hierro y sombra fueron, / de diamantes / oscuros / y cortadas / quedaron / en el frío / de las torres / de España, / en la piedra, en el agua, / en el idioma". Y Neruda contrapone su estilo al del clásico, a quien hace afirmar que si ahora cantara de nuevo, "No a la muerte / daría / mi palabra"..."Es la hora / de la vida". Frente a la actitud de Residencia en la Tierra, las Odas elementales son una afirmación de vida y de esperanza y se cuenta entre las obras más valiosas del gran poeta chileno. A fines de 1957 apareció en Buenos Aires el Tercer libro de Odas elementales, que sigue la tónica que caracteriza los anteriores.
    Con una tendencia a superar el hermetismo de sus primeros libros e inclinado a la simplificación, pero sin rehuir los temas políticos, su obras siguió enriqueciéndose con nuevos títulos: Nueva residencia en la tierra (1956), Estravagario (1959), Navegaciones y regresos (1959) y los Cien sonetos de amor (1959) dedicados a Matilde Urrutia. Ya en 1957 se habían publicado en Santiago de Chile sus Obras completas, en un lujoso tomo de 1265 páginas que, según Homero Castillo, se consideró "el acontecimiento editorial del año".
    Le siguieron, ya en la década siguiente, Canción de gesta (1960), Piedras de Chile(1961), Plenos poderes (1962), Memorial de Isla Negra (1964), Artes de pájaros(1966), Una casa en la arena (1966) La Barcarola (1967) y Las manos del día(1968). De 1967 es la obra teatral Fulgor y muerte de Joaquín Murieta. Sus últimos volúmenes publicados fueron Fin del mundo (1971), La espada encendida (1971), Las piedras del cielo (1971) e Incitación al nixonicidio y alabanza de la revolución chilena (1973). Entre sus obras póstumas merecen destacarse sus memorias, Confieso que he vivido, que fueron publicadas en 1974.

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